Capítulo 48 #

(NARRA ZAYN)
- ¡Zayn! - me giré mirando a Louis, que era quien me había llamado.
- Dime.
- ¿Podemos hablar un momento?
- Claro.
- Oye - susurró - ¿estás bien con Lucía?
- Sí - contesté extrañado - ¿por qué?
- No, por nada.
Y se fue. ¿A qué venía aquella pregunta? Estaba claro que Lucía y yo estábamos bien. Eso es lo que yo creía. La verdad, no creo que hubiera problemas entre nosotros. Pero sea como fuere, Louis no iba a soltar prendar por más que yo le preguntara el por qué de su pregunta, así que si me quería enterar de algo, tenía que ser por otros medios. Me acerqué a la cocina, y vi a Lucía mirando su móvil, concentrada.
- Amor - dije abrazándola por detrás. Rápidamente guardó el móvil en su bolsillo del pijama y me sonrió.
- Buenos días.
- ¿Por qué lo guardas?
- ¿Qué?
- El móvil - sonreí.
- Ah nada, es que lo iba a guardar vinieras o no.
- Ya...
Me separé de ella dándole un beso en la mejilla.
- ¿Crees que estamos bien? - pregunté. Ella me miró extrañada. La verdad, es que no había nadie mejor para preguntar que ella.
- Pues...supongo que sí.
- ¿Supones?
- A ver Zayn, no lo sé.
- ¿Y eso por qué?
- Pues no sé. Es así y punto, no sé.
- Bueno, tampoco hace falta que te pongas a la defensiva.
- ¡No estoy a la defensiva, Zayn! - gritó de repente.
- Pero bueno, ¿y a ti que te pasa?
- Creo que tenemos que hablar.
(NARRA LUCÍA)
En realidad no sabía por donde empezar. Bueno sí que lo sabía. Tenía que empezar por relajarme. Estaba demasiado alterada y Zayn no había hecho nada. Suspiré profundamente, cerrando los ojos en aquel suspiro. Una lenta melodía proveniente de alguna canción, clásica, aquellas que escuchaba Maribel cuando intentaba relajarse, sonaba en mi cabeza. De nuevo abrí los ojos y allí estaba él, mirándome interrogante.
- ¿De qué? - se atrevió a preguntar.
- De nuestra relación.
- ¿Es por Liam?
- ¿Por qué lo tienes que meter siempre a él de por medio?
- ¿Qué quieres que haga? Es lo que me das a pensar.
- No me hagas reír. Yo nunca pretendo eso.
- No me tomes por idiota.
- Y tú no me llames zorra en mi cara. Ya me lo han hecho una vez.
- No pretendía llamarte zorra.
- Es lo que me das a pensar.
Varios minutos de silencio.
- Creo que esto no funciona.
- ¿Eso crees Lucía? ¿O eso crees por que Liam y tú habéis vuelto a hablar?
- No seas imbécil - suspiré de nuevo intentando relajarme - Mira...esto está claro Zayn yo...tú sigues queriendo a Maribel. No me lo niegues por que es así. Y yo...
- Quieres a Liam.
- Nunca he dejado de hacerlo.
- ¿Entonces por qué comenzamos a salir tú y yo?
- Todos cometemos alguna locura.
- Esta se nos fue de las manos.
Ambos reímos.
- Lo siento.
- No te preocupes. Tienes razón. Yo quiero a Maribel...
- Y yo a Liam...
- ¿De verdad?
Una voz ajena se coló en aquella conversación. No era la de Zayn. No era la voz de mi cerebro. No era Louis. No era Harry. No era Ana. No era Niall. Ni si quiera era Kevin la paloma. Era...era él. El dueño de mi corazón. Zayn se limitó a sonreírme vagamente mientras salía de la cocina y él, él se sentaba a mi lado, con la misma sonrisa con la que años atrás me había robado el corazón por completo.
- Así que me quieres.
- Tú a mí también - susurré.
- ¿Cómo estás tan segura?
- Porque la razón por la que yo tengo esa foto en el móvil es porque te quiero. Porque siempre lo he hecho. Y porque siempre lo voy a hacer.
- Entonces hice bien al decir aquello.
Se acercó a mí sonriendo.
- Acabo de dejarlo con Zayn, déjame un tiempo de estado neutro - reí.
- No quiero separarme de ti jamás.
- Eres como una droga, ¿eres consciente de ello?
- Tú eres mi droga. Tú me mantienes  vivo. ¿Te lo he dicho alguna vez?
- Te quiero, ¿te lo he dicho alguna vez?
Nuestras frentes se juntaron formando un pequeño y duradero beso esquimal.
- Te necesito.
- ¿Prometes que jamás te alejarás de mí?
- Hasta el fin de mis días.
- Hasta el fin de la eternidad.
- Eso me gusta más.
Ambos reímos y nuestros labios se juntaron. Formando uno. Los míos algo fríos, los suyos cálidos. Una fusión tanto química como física perfecta. Dos corazones que ya se hallaban unidas. Almas separadas que necesitaban estar cerca.
- Te quiero.
- Pues yo más.
- Por supuesto que no.
- No cuestiones.
- Te cuestiono si quiero.
- No llevas razón.
- Sabes que sí.
- Demuéstralo.
Y de nuevo me besó. Pasé mis manos por su nuca, acortando más la distancia que había entre nosotros. Pasó sus manos detrás de mi cintura, levantándose de la silla y quedando él de pie, lo que dificultaba un poco el querer estar todo el tiempo posible besándonos. Entre risas me elevó y ambos caímos al suelo.
- No puedes ni conmigo - reí.
- Es que es temprano - contestó poniendo morros.
Ambos reímos y empezó a hacerme cosquillas. Y entre besos, caricias, cosquillas y quejas, nos olvidamos del mundo por completo y ambos volvimos a ser dos. Sólo él. Sólo yo. Sólo nosotros.
(NARRA NIALL)
Entré en mi habitación buscando las últimas cosas antes de cerrar la maleta y ponernos en marcha hacia el aeropuerto. Y allí estaba ella. Desenredando su cabello delante del espejo, mientras tarareaba 'One Thing'. Sonreí al verla tan contenta. Supongo que le hacía ilusión volver a verlos a todos. La abracé por detrás y le proporcioné un ligero beso en la nuca. Noté como se estremecía y sonrió mientras se giraba para verme.
- ¿Ya nos vamos? - preguntó.
- Si no estás lista no.
- No, ya casi estoy, es que tenía pelos de loca.
- Tú estabas preciosa antes. Y ahora más.
- Exagerado.
- Sabes que no.
Sonreí acercándome lentamente a ella, a sus labios. Aquellos que ayer rocé por primera vez en mucho tiempo. Aquello que tanto deseaba ayer lo conseguí. Estábamos a pocos centímetros el uno del otro. Sentía su respiración entrecortada en mi nariz. Nos dimos pequeños besos de esquimal entre risas tontas. Y no podía aguantar mucho más. Me abalancé sobre ella buscando sus besos. Esos con los que llevaba soñando desde que la conocí. Desde que me enamoré de ella. Pero ella estaba tan enamorada de Harry, como yo de ella. Puso su dedo índice en mis labios, frenando mis intenciones en seco.
- No lo hagas más difícil, por favor - susurró con una sonrisa.
- Pero Ana yo...
- No Niall, no.
Quitó mis manos de encima de sus caderas y se fue a coger la maleta. Me quedé parado unos segundos mirando a la nada. Yo no me rendiría sin luchar. Eso estaba claro. Y eso se lo dejé bien claro, cuando me giré buscándola con la vista, y me acerqué a ella, transformando por fin en actos, todos los deseos y lo que mi corazón quería.